Mi mejor regalo eres tu.....
Cada vez que su padre timbraba Julia corría hacia la puerta, sabia que era él por su forma de timbrar, dos toques cortos y uno largo, lo recibía con una sonrisa que le era correspondida con un beso en la mejilla. Le preguntaba que tal su día, mientras recorrían el pasillo que los conducía a la terraza, se sentaban en la mesa, a la cual se les unía su madre con algún nuevo plato que había estado preparando toda la mañana.
Eso es lo que mas extrañaba, lo echaba tanto en falta. Su forma de mirarla, su sonrisa, su apoyo, su comprensión, sus largas conversaciones y su forma tan disimulada de prepararla para lo que pasaría, ella sabía lo que luego pasaría.
Tras dos meses en hospitales, llego el día.
Sonó el teléfono, Julia lo presentía. Corrió a la parada de taxi, entró al hospital corriendo temiendo lo peor, no se perdonaría no poder despedirse de él. Entró en la habitación, su cama no estaba, el miedo le apretaba el pecho, la garganta no la dejaba tragar saliva, el corazón se aceleraba cada segundo más, sentía como se hundía.
Una amable señora le dijo:
-“tranquila, aún no. Lo han trasladado a la habitación del fondo”.
La habitación del fondo, esa habitación. la habitación a la que te trasladaban cuando no te quedaban mas que horas, minutos, segundos en este mundo.
Ahí estaba acostado, con los ojos cerrados y la mascarilla que le ayudaba a sobrellevar sus últimos suspiros. A su lado su madre y su tía, que corrieron a abrazarla al verla entrar por la puerta.
No fue consciente de cuanto tiempo paso desde que llego hasta el momento en que su padre, drogado para sentir el menor dolor posible, giro la cabeza y las miró.
Su mirada era clara y parecía muy consciente, parecía despedirse. Ahí estaban, su mujer, su hermana y su hija. Las miró fijamente, primero a Liz, su mujer, y luego a Julia que lo abrazaban.
El último abrazo.
Sonrío y cerro los ojos.
Fue una muerte muy dulce, si es que una muerte puede ser dulce.
Un vacío inmenso se apodero de ella, una extraña sensación.
No era consciente de que no lo volvería a ver hasta que lo vio dentro de esa caja.
Como es posible que tras una vida todo termine así. Terminemos encerrados en una caja, sin mas.
Lo había sobrellevado, hasta que vio como lo metían en el nicho, el sonido de los martillazos para encajar y cerrar la piedra para siempre le resonaba en la cabeza y le destrozaba el corazón.
Una etapa se había acabado, se había terminado para siempre.
Día tras día Julia pensaba en su padre. Un día decidió escribirle una carta:
Miércoles 5 de abril del 2011
Me gustaría tenerte cerca, poder darte los buenos días, darte un beso en la mejilla. Finjo que pasa.
-Buenos días papá, como dormiste hoy?
Te extraño.
Me gustaría contarte que mi vida ha avanzado según lo planeado, que todo va perfecto, que soy feliz y que mi vida tiene algún sentido.... pero eso sería mentir.
Me siento perdida, sin rumbo, lo único que tengo seguro en esta vida es tu vacío, tu ausencia, y la necesidad de sentirte cerca.
Donde estás? Porque no estas? te echo tanto de menos. Necesito tu compañía, tu consejo.
Te pido perdón, perdón por estar tan perdida, por no cumplir con lo planeado.
Y ahora me pregunto, para que sirve planear?. Nada será según lo planeado, no estas y no estarás. No estarás el día de mi graduación, el día de mi boda, en el nacimiento de tus nietos..el día a día.
De que vale planear, si tu no estas.
Te imagino, con una sonrisa, tu sonrisa.
Recuerdo aquél día de diciembre que fuiste a despedirme al aeropuerto. Había un cartel con la publicidad de una compañía aérea en el que decía “Se su mejor regalo” y con esa sonrisa, tu sonrisa me lo señalaste y dijiste: “mi mejor regalo eres tu”.
Me abrazaste.
Siempre te recordaré. Recordaré tu sonrisa, tu forma de silbar al llegar a casa. Recordaré tus consejos, e intentare guiarme por ellos. Recordaré tu mirada y recordaré esas palabras y seguiré adelante por ti, porque realmente mi mejor regalo has sido tu.
